Según se cuenta, cuando el Infante Don Fernando estaba intentando conquistar Antequera a los musulmanes, finalmente decidió jugárselo todo a una carta y atacar con todas sus fuerzas la ciudad, vencer o morir en el intento. La noche antes del ataque, preparados ya para partir a encontrarse con la murallas de la ciudad, Don Fernando se dirigió a sus soldados con las palabras: "Ánimo mis valientes y que nos salga el sol por Antequera y si no, que sea lo que Dios quiera". Ha pasado esta frase a la historia utilizándose para dar ánimos cuando la situación se vuelve complicada y decidimos intentar en la manera que sea que todo salga lo mejor posible.
Antequera |
Este fin de semana, a pesar de la lluvia, parece haber sido escogido por muchas personas para visitar esta zona de Andalucía, y también ha sido el escogido por las enfermedades para atacar a varias compañeras que no han podido trabajar. A causa de esto, el viernes por la mañana me llamaron con urgencia para sustituir a una compañera que se había puesto enferma en una vista a Antequera. Con poco tiempo para prepararme, salí rápidamente hacia Loja, donde debía encontrarme con el grupo que venía de Alicante. Desde allí, tres autobuses, de los que yo me aventuré con dos y otra compañera con el que quedaba, se dirigieron hacia Antequera. Fue la lluvia la que nos encontró antes que el sol y es que una vez que nos pusimos en camino comenzó a llover. Sin embargo, aunque un poco mojados, y contando con la ayuda de una guía local, pudimos visitar los famosos dólmenes y los puntos más interesantes de la ciudad y ver las maravillosas vistas desde el Arco de los gigantes de una ciudad plagada de torres de iglesias y conventos.
Priego de Córdoba |
El sábado, Priego de Córdoba, fue un hervidero de personas que iban y venían con sus paraguas siguiendo a las guías, entre ellas yo, que intentábamos hacer que un día lluvioso y poco propio para el disfrute, pasara a ser un día recordado por todos aquellos que nos visitaron por las maravillas de nuestro patrimonio. De nuevo, al llegar para hacer la visita, me informan de que una compañera se ha puesto enferma, por lo que para poder solucionar la situación lo mejor posible, me ofrecí a hacerme cargo de los dos autobuses, del suyo y del mío, ya que formaban parte de un mismo grupo. De esta forma, micrófono en mano, para que mi voz pudiera alcanzar a un grupo tan numeroso, fuimos paseando por la ciudad, intentando no abarrotar museos e iglesias, lo que suponía una buena coordinación con mis tres compañeras.
Finalmente todo fue bien, y aunque un poco mojados, todos se marcharon contentos a casa a disfrutar del domingo cuando finalmente salió el sol después de dos días nublados y que, curiosamente, fue el único día que no trabajé.
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